Por Aylin Karely Cuahuey Marmolejo, Ana Leonor Hernández Diaz, Stephany Alvarado Camarillo, Valeria Celis Sánchez, Kenia Flores López.
Reseña a la película Y Tú Mamá También.
Y tu mamá también (2001), dirigida por Alfonso Cuarón, es una de las películas más representativas del nuevo cine mexicano. Protagonizada por Gael García Bernal como Julio Zapata, Diego Luna como Tenoch Iturbide y Maribel Verdú como Luisa Cortés, la cinta se sitúa en un México de transición política y social, marcado por el fin de la hegemonía priista y la llegada de una aparente democracia. Estrenada justo en el cambio de milenio, la película retrata una juventud que creció entre la globalización, la desigualdad y la desilusión, buscando en el placer y la experiencia corporal una forma de autenticidad en medio de un país fragmentado.
Desde su primera secuencia, Cuarón propone una mirada íntima y sin filtros sobre el deseo y la cotidianidad. La historia de dos adolescentes que emprenden un viaje con una mujer mayor no solo funciona como una comedia de iniciación, sino también como un espejo de la sociedad mexicana. El tono naturalista, los diálogos improvisados y la voz en off omnisciente que interrumpe el relato principal le otorgan una dimensión casi documental. En este contexto, la sexualidad se convierte en un lenguaje de resistencia, en una manera de afirmar la existencia frente a un entorno donde la juventud no encuentra modelos claros de permanencia ni ideales por los cuales luchar. Julio y Tenoch representan dos clases sociales enfrentadas: el primero pertenece a una familia de clase media, mientras que el segundo es hijo de un político influyente. Sus cuerpos, sin embargo, se igualan en el terreno del deseo. El sexo entre ellos, con Luisa o entre sí, es un espacio donde las jerarquías se suspenden, aunque solo de manera temporal.
En esa dimensión efímera del placer se esconde la revolución íntima de la película: los personajes, al entregarse al deseo, desafían las estructuras sociales que los determinan. Pero Cuarón no romantiza esta libertad. La voz en off recuerda constantemente que fuera del coche, en las carreteras que cruzan el país, persisten la pobreza, la corrupción, el desempleo y la violencia. Así, mientras los protagonistas viven su pequeña utopía hedonista, México continúa girando en torno a las mismas desigualdades históricas. En el año 2000, cuando Y tu mamá también fue filmada, el país experimentaba un cambio político con la elección de Vicente Fox, el primer presidente de un partido distinto al PRI en más de setenta años. Sin embargo, la película sugiere que el cambio fue más simbólico que real. La juventud de Julio y Tenoch, marcada por el desencanto y el cinismo, refleja una generación que creció sin grandes ideales colectivos.
En ese vacío, la sexualidad aparece como una forma de protesta silenciosa, una manera de afirmar la vida en un contexto donde las promesas de progreso se habían desvanecido. El cuerpo se convierte en un refugio, pero también en un campo de batalla emocional. Luisa, interpretada magistralmente por Maribel Verdú, encarna la madurez y la finitud. Su decisión de acompañar a los jóvenes en el viaje es también una despedida. Ella es consciente de su enfermedad, y esa conciencia la lleva a vivir el deseo con una urgencia vital que los muchachos aún no comprenden. En sus encuentros sexuales no hay perversión ni culpa, sino una búsqueda de conexión humana. Luisa introduce a los protagonistas en una comprensión más amplia del placer: uno que no se limita al cuerpo, sino que implica el reconocimiento del otro y del propio paso del tiempo. Su figura es la que articula el sentido profundo de la película, pues a través de ella, Julio y Tenoch confrontan no solo su amistad y su atracción, sino también su miedo a la soledad y a la muerte.
La sexualidad en Y tu mamá también funciona, entonces, como una forma de permanencia en medio de la fugacidad. Los personajes intentan atrapar un momento de intensidad que les permita sentirse vivos, aunque saben que esa experiencia no puede durar. Al final, la relación entre Julio y Tenoch se disuelve, como el país que parecía renovarse pero que sigue dividido. Cuarón utiliza la estructura del viaje para mostrar que toda travesía hacia la madurez implica pérdida: la inocencia, la amistad y la idea de que el deseo puede salvarnos. Visualmente, la película construye esta idea a través de una cámara que parece observar sin intervenir. El trabajo del director de fotografía Emmanuel Lubezki es esencial: la cámara en mano, los largos planos secuencia y la luz natural otorgan a la película un tono de realismo sucio, casi doméstico, que contrasta con la belleza del paisaje mexicano. En ese contraste se inscribe también la dualidad del país y de sus personajes: la tensión entre el deseo de libertad y la imposibilidad de alcanzarla completamente.
Cada parada en el camino revela un México distinto, desde comunidades rurales marginadas hasta playas desiertas que simbolizan la utopía del placer sin consecuencias. Sin embargo, cuando finalmente llegan a la playa de Boca del Cielo, el paraíso prometido, la utopía se desmorona. El acto sexual entre los tres, lejos de ser una liberación total, marca el final del viaje. Al día siguiente, Luisa desaparece y los muchachos regresan a la ciudad, donde el silencio entre ellos anuncia el fin de su amistad. Meses después, se reencuentran brevemente, y el narrador revela que Luisa murió poco después de aquel viaje. La escena final, sobria y dolorosa, confirma que la revolución del deseo fue momentánea, pero también necesaria: les permitió vivir algo verdadero en un mundo que tiende a lo superficial. En última instancia, Y tu mamá también propone que la sexualidad, más que un acto de placer, es un acto de resistencia.
Frente a la fugacidad de la juventud, el cuerpo se vuelve un medio para dejar huella, para buscar una forma de permanencia emocional. Cuarón retrata a una generación que no cree en las revoluciones políticas, pero que encuentra en lo íntimo, en el deseo compartido, una posibilidad de autenticidad. En la relación entre Julio, Tenoch y Luisa se condensa la paradoja de una época: la libertad alcanzada a través del deseo y la inevitable pérdida que esa misma libertad conlleva. De esta manera, la película se mantiene como un retrato atemporal de la juventud mexicana, una obra que trasciende su contexto para hablar de la condición humana en su búsqueda constante de significado. Y tu mamá también no ofrece respuestas ni moralejas, sino una mirada honesta sobre la forma en que los cuerpos, al encontrarse y separarse, intentan resistir el olvido. La sexualidad aparece así como la revolución más íntima y la única permanencia posible en un mundo en constante cambio.
Cuarón, A. (Director). (2001). Y tu mamá también [Película]. Anhelo Producciones / IFC Films.
Acevedo-Muñoz, E. R. (2004). Buñuel and Mexico: The Crisis of National Cinema. University of California Press.
(Contiene un análisis sobre el cine mexicano post-1990 y menciona cómo Cuarón renueva el lenguaje nacional desde una mirada global.)
(Ensayo académico clave sobre cómo la película usa la sexualidad como metáfora de la desigualdad social en México.)
De la Mora, S. (2006). Cinemachismo: Masculinities and Sexuality in Mexican Film. University of Texas Press.
(Analiza cómo el cine mexicano, incluido Y tu mamá también, representa la masculinidad y el deseo en contextos políticos cambiantes.)
García Tsao, L. (2001). “Y tu mamá también: la juventud como metáfora nacional.” Revista Dicine, 14(3), 45–49.
(Artículo crítico mexicano que aborda la relación entre juventud, sexualidad y la transición política del país.)